Que todo deja de funcionar. Que algo se paró, y dio media vuelta. Yo también pienso eso. Después de días maravillosos, con todo planeado. Todo se va a la basura. Y piensas: "¡Joder, después de todo lo que ha pasado, ahora me hace esto! ¿Qué va a ser de lo que prometimos?"
Tenemos "dos opciones". La primera: bueno, como dicen: "no hay mal que por bien no venga", todo tiene su final. Y se espera que acabe bien.
La segunda, es la que más me convence: ¿Para qué esperar? Tenemos algo que se llama: orgullo, y otra cosa que se llama: personalidad. Podemos dar la cara. Decir lo que pensamos. Proteger nuestro "terreno", diciendo qué queremos hacer, cuando lo queremos hacer, y con quién lo queremos hacer. Y si no te gusta, te jodes, y le echas azúcar.
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